Cuando un turista, inconsciente a menudo de sus actos, saca una estrella del agua para posar con ella y hacerse una foto, lo que consigue es que ese animal deje de intercambiar gases para su respiración y muera en cuestión de pocos minutos. Es decir, acaban asfixiándose. El simple hecho de tocarlas somete a las estrellas de mar a un intenso estrés que en ocasiones les impide regresar a su hábitat. Aunque resulte difícil de creer, hay especies animales a las que el manoseo y el tacto por parte de humanos pueden llegar a causarles la muerte.
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