De finales del período de la cultura prehistórica Jōmon en Japón, entre 14.000 y 400 a. C., se hallaron numerosas figurillas de pequeños humanoides llamadas dogū ("figura de arcilla"). Se hallaron por todo Japón excepto en Okinawa, todas muy parecidas en estilo, de 10 a 30 cm, con grandes ojos en caras amplias, brazos y manos pequeños y cinturas estrechas. No se sabe cual era su propósito, aunque el hecho de que muchas parezcan figuras femeninas lleva a relacionarlas con rituales chamánicos y de fertilidad, o incluso representación de diosas.