—Pero no temáis nada. En el plan de las cosas del Señor hay sitio para todo. Vosotros, los pobres humanos, tenéis vuestro lugar, y, si bien es humilde, seréis recompensados si lo ocupáis dignamente. Se marchó con el aire de beatitud propio del Profeta del Señor y los dos seres humanos permanecieron solos, evitando mirarse. —Vámonos a la cama, Mike, abandono —dijo Powell haciendo un esfuerzo —Oye, Greg —dijo Donovan con voz ronca—, ¿no creerás que tiene razón en …