Disculpen el exabrupto y la ironía, pero, con el cuerpo del Santo Padre presente y la final de Copa, no tendré mejor oportunidad para recurrir a los versos atribuidos y no constatados a Francisco de Quevedo: caga el Rey, caga el Papa, en este mundo de mierda, nadie se escapa. La pregunta es, dado por hecho que tan gentiles y delicadas posaderas las usarán, ¿dónde tiran las toallitas húmedas? Debemos fijarnos en las obsoletas y deficientes depuradoras de nuestros ayuntamientos, que, ante los atascos habituales y para prevenir mayores problemas,