A finales de enero, tras la noticia de la desaparición (el 24 de enero) de Viktor Filinkov, activista de izquierdas y programador informático, en el aeropuerto Púlkovo de San Petersburgo, se llevaron a cabo una serie de arrestos y registros (26 de enero) en los domicilios de activistas antifascistas en la ciudad. Cuando Filinkov resurgió para acudir al juicio y a la prisión preventiva, afirmó que había sido torturado por funcionarios del Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB) –al igual que un testigo del caso: Ilya Kapustin.
Comentarios
Bueno, pero la tortura es una cosa buena, según la candidata a jefa de la CIA de Trump. Aunque dice que ya no lo va a hacer más.
Es muy necesario que se hagan públicas las denuncias de torturas, ocurran donde ocurran. Pero tengo una pregunta para los meneantes: ¿por qué denunciar torturas en Rusia está bien y en cambio se censuran todas las noticias relacionadas con torturas en España? ¿No nos pillan más cerca las segundas?
El giro de Rusia hacia una dictadura totalitaria parece imparable.
Al mismo tiempo ese giro le proporciona al país (y a su nuevo zar) una fortaleza y estabilidad interna que le permite enfrentarse al militarismo internacional de Estados Unidos con una firmeza que ningún otro país o comunidad de paises se atrevería a intentar.
Triste que la única forma de conseguir lo segundo sea a costa de lo primero. Resulte en lo que resulte, el pueblo ruso pierde.