Cuando somos jóvenes todo suele funcionar bien en nuestro organismo; nos sentimos a gusto con nuestro cuerpo y vivimos con la aparente sensación de que ese confort lo tenemos garantizado de por vida. Pero al llegar a una edad las cosas cambian y muchos empezamos a quejarse de lo incómodos que se han vuelto los sillones o los colchones, por lo que nos aprestamos a cambiarlos. En realidad, lo que está cambiando a esa edad no tienen por qué ser los muebles, sino el sentido interoceptivo, el sentido del estado físico de nuestro cuerpo.
Comentarios
Sería una buena temática para Pantomima Full
Y venga venderle colchones a los viejitos... y otra almohada para la abuela...
Cuando tu propio colchón o tu almohada empiezan a resultarte incómodos: has cruzado la cincuentena.