En el golpe del 19 de Julio de 1936, los fascistas dispararon a discreción matando a 12 civiles en la Plaza Mayor de Salamanca: “El tiro de la plaza”. En la provincia hubo 1124 víctimas mortales, cifra aún no definitiva, de las que casi 1000 lo fueron por represión extrajudicial. La crueldad fue terrible, en muchos casos los encarcelados eran directamente “paseados”, los falangistas los sacaban de sus casas y los asesinaban directamente; a veces se producían “sacas”, con la excusa de ser trasladados de prisión eran asesinados con el conocimient

Comentarios

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Entre las crueldades del franquismo no olvidar , la masacre de Badajoz, y la lidia de presos en la plaza de toros de Badajos
Tras una sangrienta batalla en Badajoz, en plena Guerra Civil Española, las tropas fascistas encabezadas por el General Yagüe tomaron la ciudad extremeña, haciendo presos a unos 4.000 hombres (según las fuentes a consultar, la cifra puede oscilar entre los 200 y los 10.000 presos). Esto suponía un 10% de la población en aquel entonces, que evidentemente no todos eran republicanos: había campesinos, obreros, pequeños empresarios…
Esto significó un gran problema para las tropas franquistas, pues corrían riesgo de motín y de perder la ciudad si los dejaban en Badajoz. Llevarlos con ellos tampoco era una opción, pues ralentizaría mucho su marcha.
Tras reflexionar brevemente sobre ello, se decidió habilitar la plaza de toros de la ciudad y citar allí, mediante folletos, a las personalidades de la localidad: curas, señoritos, caciques… Se instalaron para la noche del 14 de agosto grandes luces y se barrió la arena. Los asistentes no tardaron en reconocer al sargento Muley, de las tropas moras, vestido de luces en la plaza.
Salió el primer preso, al que se le forzó a atacar al capote del sargento. Tras dar éste un par de pases ante las ovaciones y olés del público, se sirvió de un par de banderillas que clavó en el torso del prisionero, rompiendo los asistentes en aplausos.

Esta fue la tónica que siguieron tanto Muley como otros soldados rasos, que daban muerte a los prisioneros clavándole el cuchillo de la bayoneta en cuello o cara, mientras otros saqueaban los cadáveres de quienes ya habían sucumbido y que se iban acumulando en la plaza. Y fue así hasta que el preso Juan Gallardo Bermejo consiguió robar el fusil a su asesino y defenderse, lo que le costó la muerte instantánea por disparos del resto de las tropas franquistas. En ese momento se dio fin a la lidia de presos y comenzó un fusilamiento indiscriminado, sin juicio, que duró hasta la mañana del día siguiente.

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Franquéame.

Qué coñazo por Dios.

D

Cuánto odio para ser gente con mucho que perder y poco que ganar. Por qué sería? Tendrían pánico de lo que veían día a dia