Una veintena de personas se agolpan en las puertas de la Gabriel García Márquez unos minutos antes de su apertura, a las nueve y media de la mañana. Algunas de ellas son usuarias habituales, pero otras se acercan hoy por primera vez después de que este lunes se coronase como la mejor biblioteca pública del mundo de 2023.
La biblioteca de mi barrio tenía unos fondos en la sala infantil envidiables. Al año de abrirse la sala quedó cerrada porque no contrataban personal para ella. Se redujo a un carrito con los títulos más demandados, Harry Potter, Geronimo Stilton y poco más. Si querías algo tenías que pedirlo con dos días de antelación, pero para saber qué podías pedir tenías que visitar una web cutre en la que tenías una lista de títulos y autores, sin más información. No podías filtrar por tipos de libros, por edades… inusable, vaya.
Una pérdida para los niños del barrio y otra para los que pagamos impuestos, porque los libros se quedaron pudriéndose y anticuados sin que apenas se usaran.
Que lujazo tener un edificio así lleno de cultura donde no solo encontrar aquello que buscas sino departir con las personas con las que compartes la misma pasión. Es algo parecido, pero salvando las distancias, con lo que pasaba antiguamente con los video clubs: llegabas, echabas la parrafada con los parroquianos con los que siempre solías coincidir -por cuestión de horario-, te dejabas aconsejar por tu amigo/dependiente y hasta la próxima vez.
Pero claro, estas instalaciones no se pueden poner en todos los barrios. Por eso a lo que hay que aspirar en españa no es a tener una biblioteca así en cada barrio, sino que cada barrio reúna las condiciones como para que no se carguen unas instalaciones como esa a los 2 meses de estar funcionando.
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La biblioteca de mi barrio tenía unos fondos en la sala infantil envidiables. Al año de abrirse la sala quedó cerrada porque no contrataban personal para ella. Se redujo a un carrito con los títulos más demandados, Harry Potter, Geronimo Stilton y poco más. Si querías algo tenías que pedirlo con dos días de antelación, pero para saber qué podías pedir tenías que visitar una web cutre en la que tenías una lista de títulos y autores, sin más información. No podías filtrar por tipos de libros, por edades… inusable, vaya.
Una pérdida para los niños del barrio y otra para los que pagamos impuestos, porque los libros se quedaron pudriéndose y anticuados sin que apenas se usaran.
2 años de obras, pandemia, otro año de obras, inauguración, otra semana de obras. Pero ha merecido la pena.
La cultura nos enriquece a todos por igual. El problema es que eso no comulga con los pocos principios de la mayoría de ricos.
Que lujazo tener un edificio así lleno de cultura donde no solo encontrar aquello que buscas sino departir con las personas con las que compartes la misma pasión. Es algo parecido, pero salvando las distancias, con lo que pasaba antiguamente con los video clubs: llegabas, echabas la parrafada con los parroquianos con los que siempre solías coincidir -por cuestión de horario-, te dejabas aconsejar por tu amigo/dependiente y hasta la próxima vez.
Pero claro, estas instalaciones no se pueden poner en todos los barrios. Por eso a lo que hay que aspirar en españa no es a tener una biblioteca así en cada barrio, sino que cada barrio reúna las condiciones como para que no se carguen unas instalaciones como esa a los 2 meses de estar funcionando.
Hoy mismo las bibliotecas estan llenas a rebosar.
Pero no nos engañemos: la causa no es la cultura, sino el aire acondicionado.