Quién no se acuerda de aquellos veranos en los que te perdías buscando el hotel rural en la sierra de Gredos o en el Pirineo, pero sabías que en el próximo pueblo que atravesara la carretera (no se habían inventado las circunvalaciones) encontrarías a tres abueletes debajo de una higuera que eran más eficaces que el Tom-Tom o el Google Maps para indicarte el desvío que tenías que coger. Y la cosa se ponía más interesante si el perdido solo hablaba francés o alemán, porque de una manera u otra, entre los tres lo sacaban.
Comentarios
Yo sigo llevando la guía de carreteras en el maletero del coche,no estorba
Je, ahora no distimguimos la ISS (Estación Espacial Internacional) de una estrella y la higuera se secó hace muchos años, antes que muriera el último abuelete que sentaba debajo de ella.
Mi sentido de la orientación me ha impedido toda mi vida volver del baño a la cama. La vida sin GPS no está pensada para mí.