Bajar a las catacumbas está prohibido desde 1955, y en el momento en el que se prohibió la curiosidad creció. Siempre hubo gente pululando por el subsuelo, pero a principios de los 80 coincidió con la explosión del movimiento punk en París y las galerías subterráneas se convirtieron en su lugar de reunión. Todas las entradas estaban abiertas y aquello era un desmadre: no había manera de controlar las fiestas. En aquella época se organizaron raves muy bestias.
Comentarios
En teoría tiene que molar, pero esa sensación de quedarse sin oxígeno de fiesta es de lo más agobiante que he pasado y allí tiene que ser mucho peor, sumado a algo de claustrofobia, a no saber cómo escapar si lo necesitas, a que seguro que más de uno de los que vayan hasta el culo se empieza a emparanoiar... Quizá me voy haciendo mayor, pero que no cuenten conmigo.