Esta es una historia verdadera: la de miles de niños enviados a la guerra en alpargatas. No hizo falta encender un telediario para verlo: la Quinta del Biberón nació en la comarca de Tierra Alta. En los años 80 esos niños se reunieron por primera vez: desempolvaron recuerdos, abrieron la mochila del horror, se permitieron hablar de ello por medio de una asociación que, de alguna manera, conserva la memoria de lo que fueron. Desde hace unos años un periodista rescata sus historias del olvido. Entrevista a los miembros de aquella quinta...
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Un tío mío también fue de esa quinta. Y jamás quiso contarme nada. Le insistía hasta que un día, sin venir a cuento me contó su primera toma de contacto con el frente. Me dijo que nada más llegar le dieron un fusil sin balas y lo pusieron de observador para ver ver si se acercaban tanques. Me dijo que oía zumbidos como de abejas a su alrededor y le preguntaba al sargento que era ese ruido. Y el sargento le decía que no se preocupara. Hasta que se dio cuenta que eran balas que le disparaban. Cuando dio la voz de alarma de que venían los tanques y se giró no había nadie en la trinchera. Se habían ido todos sin decirle nada. Ese fue su primer día en el frente.
#2 En mi familia parecía que afortunadamente los mayores no habían tenido que combatir. Sin embargo, un día pude oír a un tío de mi madre que había estado en una trinchera lanzando granadas al lado contrario y viendo cómo extremidades humanas se elevaban por el aire tras las explosiones. Lloraba al contarlo. Yo era un niño y no recuerdo bien si había tratado de animarle a hablar sobre ello, contra su reticencia, por parecerme divertido. Pero al verle llorar imaginé la escena de la trinchera, me puse en su piel y me tatué el horror que sentí muy muy adentro.
#2 Mi abuelo también perteneció a dicha quinta. Tampoco quiso contarme historias de la guerra. De niño le insistí mucho, pero nada. Tenía un tatuaje carcelario de una flor en el brazo de después de la guerra. La única historia que me contó fue de que con el hambre que pasaban, cazaban lo que podían. Una vez cazando un conejo (a la carrera, no con fusil), un compañero y él cruzaron sin querer las líneas enemigas. Cuando los otros muchachos los vieron les gritaron y pudieron volver a su trinchera sin conejo pero con vida. Al día siguiente los otros muchachos fueron sustituidos por la guardia civil. Me contó que ellos lo hubieran matado sin dudarlo un segundo. Tuve suerte de conocerlo. El estaba con la CNT y toda la vida trabajó en el ramo del metal haciendo cruces cristianas. Siempre fiel a la clase trabajadora jamás quiso ser jefe de área ni nada más que operario en toda su vida laboral. Descansa en pau, avi, sempre t'admiraré.
#5 Han pasado tantos años (era un niño cuando lo contó en unas navidades) que hasta dudo de mi memoria. Si alguien ha visto Tierra y Libertad, por favor que me confirme que no és una escena de la película. Si fuera así me cagaría en mi cerebro. Flaco favor le haría a mi abuelo con recuerdos falsos.
... construye a partir de detalles un puzle histórico y emocional de aquellos días terribles que no nos contaron. Es el libro objeto de esta entrevista un homenaje a todos los que protagonizaron, a su pesar, la guerra, a aquellos niños que pegaron su primer tiro antes de dar su primer beso, que tras la contienda fueron enviados a campos de concentración, encarcelados o, en los mejores casos, obligados a realizar el servicio militar. Salieron de sus pueblos con lo puesto y una muda. Los pocos que volvieron tenían 25 años, y una historia a sus espaldas, y la sociedad olvidó lo que había hecho con ellos...
Qué asco de persona, llamarle facha es poco. Es un miserable...
Lamela, un fachita de la Terra Alta
#4 pero facha facha. Estatus conseguido, hay que mantenerlo...
#4 la contra que hace en La Vanguardia es vomitiva. Basura magufa.
Personaje banal.
¿A CUENTO DE QUE ESTE COMENTARIO? ...aprovechando que no eres identificable?
#6 Viene a que lo es.
#6 Viene a que en su propia tierra, lo llamen "ñordo", "colono" y demás lindezas que has leído anteriormente, por no ser de la cuerda del lazo.
La República hizo lo que tenía que hacer, las hambrunas , los 200.000 fusilados de posguerra, más 40 años de dictadura fascista ahí están.