Hace 13 años | Por tsumy a vilaweb.cat
Publicado hace 13 años por tsumy a vilaweb.cat

'No queremos un ladrón de presidente' es el lema de la manifestación que se hará mañana a las seis de la tarde a la plaza de San Agustí de València. El Colectivo Contra la Corrupción pide que Francisco Camps no se presente a las elecciones del 22 de mayo y convoca todo el mundo que esté cansado de la corrupción, de la humillación de la lengua y de la cultura propias, del fascismo, de la financiación ilegal y de una larga lista de lacras de las instituciones valencianas (manifiesto http://bit.ly/gM6EqS , traducción del mismo en #1)

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tsumy

Traducción (rápida y con fallos, que tengo cosas que hacer lol) del manifiesto.
Manifiesto 26 Marzo 2011 "NO VOLAMOS UN LADRÓN DE PRESIDENTE"

NO A LA CORRUPCIÓN. CAMPS DIMISIÓN!

26 de marzo de 2011. València

Ciudadanas y ciudadanos:

Hoy millares y miles de valencianos hemos salido de nuevo a la calle sumando nuestras voces por decir bien alto y claro “No a la corrupción” y exigir la dimisión de Camps. Hoy nos hemos manifestado una vez más en defensa de la democracia al País Valenciano, sitiada por el cáncer de la corrupción y el abuso de poder.

Porque la corrupción, lejos de ser un hecho aislado o esporádico, se ha convertido con los sucesivos gobiernos del PP en una práctica sistemática que vulnera las reglas del juego democrático utilizando las instituciones y los recursos públicos por alimentar intereses y negocios privados. La corrupción está íntimamente atada, ahora y aquí, a una manera de entender la política, la economía y la sociedad instalada en el disco duro del ordenador obsoleto de la derecha valenciana. La corrupción es la cara más tramposa de un capitalismo depredador fundamentado en la explotación del hombre por el hombre, causa y efecto de una degradación democrática que secuestra la voluntad de los ciudadanos por transformar las instituciones públicas en un mecanismo al servicio de los privilegios de una minoría.

Desde aquel “estamos en política para forrarnos” de Zaplana, los pagos multimilionarios a Julio Iglesias en paraísos fiscales y el gran camelo de Terra Mítica, a lo“*miguito del alma” de Camps –palabras que delatan la connivencia de la Generalitat con la mayor trama de corrupción conocida de la era democrática, el tristemente famoso caso Gürtel/–, se extiende la metástasis de una miseria política que está colapsando la vida pública, los recursos financieros y el patrimonio natural y cultural de los valencianos y que amenaza gravemente nuestro futuro y la misma pervivencia de los valencianos como pueblo diferenciado.

La antipolítica de los grandes fastos y el urbanismo salvaje con qué pretendían convertir el País Valenciano en la tierra de jauja dónde el dinero llovia del cielo se ha revelado como un fracaso estrepitoso, un agujero negro por dónde se *escolen los mejores recursos y energías del país hacia los bolsillos de los tiburones del negocio fácil que prospera a la sombra del poder.

¿Sabremos nunca dónde han ido a parar los sobrecostes espectaculares de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias? ¿Cuánto dinero público, con el montaje de la visita del Papa, se dilapidaron en beneficio de la trama corrupta? ¿Qué oscurososcuros intereses –incluidos los previstos en la destrucción irracional del Cabanyal– esconden los bolsos de Vuitton de la alcadesa? ¿Qué cuentas corrientes ha iluminado el exceso energético de las farolas de València, donde todo continúa tan oscurooscuro como siempre? ¿Cuántas *caparres han chupado de la sangría permanente, estúpida e insostenible de Canal 9? ¿A cuanto asciende la fortuna que la grande *anguila escurridiza de la justicia, Carlos Fabra, ha amasado a expensas del erario público? ¿Cuánto dinero destinado a la acción solidaria no han caído en manos privadas bajo la batuta de Rafael Blasco? ¿Qué son los granos beneficiarios de *pallassades de la envergadura de la America's Cup o la Fórmula I? ¿Cuántos mítines, congresos y fastos del PP no han sido sufragados con nuestro dinero y pagados con la triste moneda de vestidos de Milano o Forever Young, relojes *sumptuosos o coches de alta gama? Del negocio fraudulento de la broza barajada por Ripoll a las comarcas alicantinas sube la pudor de todo el estiércol acumulado de la corrupción.

Porque la crisis económica actual tiene mucho que ver con la política de la baldosa y el campsgolfisme, que ha situado los valencianos, no en ninguna tierra de jauja, sino en vanguardia en cifras de parados y trabajo

precario, que castigan especialmente nuestros jóvenes. En vez de invertir en la red productiva autóctona, en la pequeña y mediana empresa y en los fabulosos recursos de la agricultura, el PP ha levantado la cortina de humo de la economía especulativa, el espejismo de los grandes fastos y el turismo de sol y playa que hipoteca el patrimonio natural de los valencianos: el pan inconsistente de ayer ha traído el hambre que mordisqueamos hoy. En lugar de apostar, en coherencia con las aspiraciones y necesidades históricas de los valencianos, por el eje mediterráneo que nos acerca en Europa y por la extensión y mejora de la redes de comunicación internas, el gobierno ha despilfarrado dinero y esfuerzos por afianzar el España radial y centralista que convierte Valencia en la playa provinciana de Madrid.

Todo esto a expensas de los servicios públicos, del derecho a una información independiente y democrática, a una educación de calidad y una sanidad eficiente. Convertido Canal 9 en máquina de propaganda al servicio del PP, RTVV mal vive en medio de la ilegalidad y unas pérdidas insostenibles. La degradación de la escuela pública ha llegado, con Fuente de Mora, a niveles difícilmente soportables mientras aumentan los privilegios de centros privados en un regreso anacrónico al España nacionalcatólica. Se abandona la sanidad pública en su agonía por justificar que el negocio privado se erija en alternativa necesaria para quien se la podrá pagar.

Pero el estado actual de cosas no habría sido posible sin el abuso de un poder cimentado en las mayorías absolutas del PP. Bajo el mando de Camps, el Parlamento valenciano ha acontecido una pieza más del gran circo de la derecha, con una oposición sistemáticamente ignorada y *menystinguda. Todo esto no habría sido posible sin el fomento interesado del descrédito permanente de la política. El PP ha hecho creer que los propios vicios eran consustanciales a toda actividad pública, que la política es en esencia corrupción y despotismo, un mal inevitable. Más que el voto al PP, el que crece gracias al descrédito de la política es la indiferencia y la impotencia. Todo esto no habría sido posible sin el control firme del aparato judicial, asegurando la presencia de magistrados “más que amigos” de dudosa independencia, ágiles en la resolución de casos que han interesado al gobierno y impasibles ante de otras de clamorosa injusticia. La balanza judicial oscila según la naturaleza del delito y el nombre del imputado.

La censura por activa, con la prohibición de la exposición al Muvim que forzó la dimisión de Romano de Calle, el acoso económico a los propietarios de los repetidores de TV3 o las indisimuladas pegas a la enseñanza en valenciano, o por pasiva, con las generosas subvenciones a la prensa y entidades afines, ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza. La prepotencia ha dado alas a un comportamiento autoritario, de cuajo franquista, que ha negado el pan y la sal a las víctimas del accidente del metro de València, a los defensores de la memoria histórica y la reparación a las víctimas del genocidio franquista, a los esfuerzos civiles de Escuela Valenciana y de todos quienes trabajan por la normalización lingüística y cultural de los valencianos, a nuestros cantantes, artistas y escritores, al bono y mejor de nuestra sociedad civil y a la Universidad Pública.

Cuando hace falta, el PP, con Camps al frente, hace uso del más irresponsable anticatalanismo, agitando el fantasma del “agua para todos” o atentando contra la libertad de expresión y de información con la clausura de las emisiones de TV3, defendidas por una Iniciativa Legislativa Popular que firmaron más de 600.000 ciudadanos, casi la mitad de ellos valencianos, en un intento irracional de aislarnos de nuestros hermanos de historia, cultura y lengua.

El presidente Camps, *enviscat hasta las cejas en la trama Gürtel/, ha dedicado los últimos años de su virreinado a intentar salvar la propia piel a expensas del interés público, huido casi permanentemente del Parlamento en viajes evasivos de *autopromoció. El presidente Camps ha mentido reiteradamente en sede parlamentaria, con absoluto desprecio a la dignidad de los ciudadanos. Su comportamiento ha tachado a menudo la más auténtica patología cuando ha intentado desviar los focos del escándalo con declaraciones *altisonants muy próximas al puro delirio. La Generalitat Valenciana –justamente rebautizada por muchos como Barbaridad Valenciana– es hoy un barco que naufraga en medio de una crisis moral, económica, democrática y social sin precedentes.

Pero los miles de valencianos y valencianas que sábado nos manifestaremos y llenaremos a tope la calle no nos quedaremos con los brazos cruzados contemplando como la incompetencia y la mala leche, la mentira, el "menfotisme" y el mal gobierno acercan cada día más la democracia y las libertades hacia el abismo. Lo hemos dicho y lo volveremos a decir mientras haga falta: “No a la corrupción! Camps dimisión!”.

Porque la primera responsabilidad de un presidente que ha mentido al pueblo, que está imputado en un caso archidemostrado de soborno y que permito que a nuestro país se extienda el cáncer de la corrupción es dimitir y no buscar la falsa absolución de las urnas cuando la historia ya redacta su veredicto condenatorio. La dimisión del máximo responsable de la deriva democrática es un primer paso indispensable para la regeneración efectiva de la vida pública. Porque nosotros sí creemos en la fuerza creativa de los hombres y mujeres del País Valenciano y sabemos que el futuro es a nuestras manos.

Cuando los políticos viven en la sociedad y generan frustración y problemas en vez de soluciones y proyectos viables, el pueblo debe defender la calidad de su democracia y el sentido de sus libertades. Contra el desastre en qué se hunde la sociedad valenciana, el pueblo debe hacer valer su derecho soberano a la resistencia civil, pacífica pero enérgica, radical y estrictamente democrática. Nuestra revuelta ha de desperdigarse con el compromiso

D

Lo de "multitudinaria" se verá cuando se presenten los maniestantes.

Abraxas

No volamos: no queremos... ésa ha quedado divertida

D

no puedo ir, tengo que ir de compras ese día, que tengo el mayordomo con gripe.

D

¿Cuando le han puesto tilde a Valencia?

Aquí hay people que no parece darse cuenta de que mezcla idiomes.