Hace 14 años | Por --158819-- a elpais.com
Publicado hace 14 años por --158819-- a elpais.com

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha negado que haya un compromiso por parte del Ejecutivo para que regresen a Somalia los dos piratas detenidos en España, acusados de participar en el secuestro del Alakrana. "Es la hora de la justicia", ha repetido insistentemente De la Vega, que ha asegurado que acatará y respetará las decisiones judiciales que se adopten al respecto.

Comentarios

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Repetimos: "La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha negado que haya un compromiso por parte del Ejecutivo para que regresen a Somalia los dos piratas detenidos en España"

Que quede constancia, para que luego no haya dudas. roll

dogday

Bocazas ...

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Nadie se ha preguntado ¿porque hay piratas en Somalia?
Todo el mundo ve bien que les sequemos los caladeros de atún y no les dejemos pescar, ni comer, ni vivir a los pequeños pescadores autóctonos.
Luego hablamos de solidaridad.

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PARA LOS QUE QUIERAN LEER OTRA VERSIÓN:
http://www.kaosenlared.net/noticia/piratas-somalies-pescadores-rebeldes
¿"Piratas" Somalíes o pescadores rebeldes?
En lucha contra el saqueo occidental de la pesca de arrastre y la descarga de basura tóxica
Najad Abdullahi, Johann Hari y Mohamed Abshir Waldo | Canarias Semanal | 7-10-2009 a las 18:39 | 1064 lecturas | 4 comentarios
www.kaosenlared.net/noticia/piratas-somalies-pescadores-rebeldes
La comunidad internacional condenó con fuerza y declaró la guerra a los piratas-pescadores somalíes, mientras protege discretamente las operaciones de sus flotas dedicadas a la Pesca Ilegal No Declarada y No Reglamentada (IUU, por su sigla en inglés) procedentes de todo el mundo, que pescan furtivamente y, además, descargan basura tóxica en aguas somalíes desde que cayó el gobierno de ese país hace 18 años. Cuando colapsó el gobierno de Somalia, en 1991, los intereses extranjeros aprovecharon la oportunidad para comenzar a saquear las fuentes alimentarias del mar del país y a utilizar las aguas sin vigilancia como vertedero de basura nuclear y tóxica.

Según el Grupo de Trabajo de Alta Mar (HSTF, sigla en inglés), en 2005 más de 800 barcos pesqueros IUU operaban al mismo tiempo en aguas de Somalia, aprovechándose de la incapacidad del país de vigilar y controlar sus propias aguas y zonas de pesca. Los barcos IUUs arrasan anualmente con un estimado de 450 millones de dólares en mariscos y peces de las aguas somalíes. Así roban una fuente inestimable de proteína a una de las naciones más pobres del mundo y arruinan el sustento de vida legítimo de los pescadores.

Los reclamos contra la descarga de basura tóxica, así como la pesca ilegal, han existido desde principios de los años 90, pero las pruebas físicas emergieron cuando el tsunami de 2004 azotó el país. El Programa del Ambiente de Naciones Unidas (UNEP, por su sigla en inglés) reportó que el tsunami reventó la herrumbre de los contenedores de basura tóxica que se vararon a orillas de Puntland, en el norte de Somalia.

Nick Nuttall, portavoz del UNEP, dijo a la cadena árabe Al-Yazira que cuando los envases fueron rotos y abiertos por la fuerza de las olas, los contenedores expusieron a la luz una “actividad espantosa” que se había estado llevando a cabo por más de una década. “Somalia está siendo utilizada como vertedero para desechos peligrosos desde comienzos de los años 90, y continuó desde con la guerra civil desatada en ese país”, dijo. “La basura es de muy diversas clases. Hay desechos radioactivos de uranio, la basura principal, y metales pesados como cadmio y mercurio. También hay basura industrial, desechos de hospital, basuras de sustancias químicas y lo que se desee nombrar”.

Nuttall también dijo que desde que los contenedores llegaron a las playas, centenares de residentes han caído enfermos, afectados por hemorragias abdominales y de boca, infecciones en la piel y otras dolencias. “Lo más alarmante aquí es que se está descargando basura nuclear. La basura radiactiva de uranio está matando potencialmente a los somalíes y está destruyendo totalmente el océano”, dijo.

Ahmedou Ould-Abdallah, enviado de la ONU para Somalia, dijo que en la práctica el petróleo contribuyó a la guerra civil de 18 años en Somalia, pues las compañías pagan para descargar su basura a los ministros del gobierno y/o a los líderes de la milicia. “No hay control gubernamental… y sí hay pocas personas con alta base moral…, están pagándole a gente encumbrada, pero a causa de la fragilidad del “gobierno federal transitorio”, algunas de estas corporaciones ahora ni siquiera consultan a las autoridades: simplemente descargan su basura y se van”.

En 1992 los países miembros de la Unión Europea y otras 168 naciones firmaron la Convención de Basilea, sobre el control de movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y su almacenamiento. El convenio prohíbe el comercio de basura entre los países signatarios, así como también a los países que no hayan firmado el acuerdo, a menos que haya sido negociado un acuerdo bilateral. También prohíbe el envío de desechos peligrosos a zonas de guerra.

Asombrosamente, la ONU ha desatendido sus propios principios y ha ignorado súplicas somalíes e internacionales para detener la devastación continua de los recursos marinos somalíes y la descarga de basura tóxica. Las violaciones también han sido largamente ignoradas por las autoridades marítimas de la región. Éste es el contexto en el que aparecieron los hombres que estamos llamando “piratas”.

Hay acuerdo en que al principio los pescadores somalíes ordinarios fueron quienes usaron lanchas rápidas para intentar disuadir a los barcos descargadores y rastreadores, o por lo menos aplicarles un “impuesto”. Se llamaron a sí mismos “Guardacostas Voluntarios de Somalia”.

Uno de los líderes de los piratas, Sugule Ali, explicó que su motivo fue “poner alto a la pesca ilegal y a las descargas en nuestras aguas… No nos consideramos bandidos del mar. Consideramos que los bandidos del mar [son] quienes pescan ilegalmente y descargan basura, y portamos armas pero en nuestros mares”.

El periodista británico Johann Hari observó en el “Huffington Post” que, mientras nada de esto justifica la toma de rehenes, los “piratas” tienen, de manera aplastante, el apoyo de la población local que les da la razón. El sitio web independiente WardherNews(1), de Somalia, condujo la mejor investigación que tenemos sobre qué está pensando el somalí ordinario. Encontró que el 70% “apoya fuertemente la piratería como una forma de defensa nacional de las aguas territoriales del país”.

En vez de tomar medidas para proteger a la población y las aguas de Somalia contra las transgresiones internacionales, la respuesta de la ONU a esta situación ha sido aprobar resoluciones agresivas que dan derecho y animan a los transgresores a emprender la guerra contra los piratas somalíes.

Un coro de países que demanda endurecer la acción internacional condujo a una precipitación naval multinacional y unilateral por invadir y tomar el control de las aguas somalíes. El Consejo de Seguridad de la onU (algunos de cuyos miembros pueden tener muchos motivos ocultos para proteger indirectamente a sus flotas pesqueras ilegales en aguas somalíes) aprobó las resoluciones 1816, en junio de 2008, y 1838, en octubre de 2008, que “invitan a los estados interesados en la seguridad de las actividades marítimas a participar activamente en la lucha contra la piratería en alta mar fuera de las costas de Somalia, particularmente desplegando buques de guerra y aviones militares…”

La OTAN y la Unión Europea han publicado órdenes al mismo efecto. Rusia, Japón, India, Malasia, Egipto y Yemen se han unido a la batalla, junto con un número cada vez mayor de países.

Durante años, las tentativas realizadas para controlar la piratería en los mares del mundo a través de resoluciones de la ONU no pudieron aprobarse, en gran parte porque las naciones miembro sentían que tales acuerdos afectarían a su soberanía y seguridad. Los países son poco proclives a ceder el control y patrullaje de sus propias aguas. Las resoluciones 1816 y 1838 de la ONU, a las que se opusieron algunas naciones de África Occidental, del Caribe y Sur América, por consiguiente fueron acordadas para aplicarse solamente a Somalia, un país que no tiene ninguna representación en las Naciones Unidas con fuerza como para exigir enmiendas destinadas a proteger su soberanía. Igualmente, fueron ignoradas las objeciones de la sociedad civil somalí al proyecto de resolución, que no hizo ninguna mención a la pesca ilegal ni a los peligros de la descarga de basura.

Hari preguntó: “¿Esperamos que los somalíes hambrientos permanezcan pasivamente en sus playas, remando entre nuestra basura nuclear, y nos observen cómo les arrebatamos sus peces para comérnoslos en restaurantes de Londres, París y Roma? No hemos actuado contra esos crímenes. Pero cuando algunos pescadores respondieron interrumpiendo el tránsito por el corredor marítimo del 20% del suministro de petróleo del mundo, comenzamos a chillar sobre esta “maldad”. Si realmente queremos ocuparnos de la piratería, necesitamos extirpar la raíz que la causa -nuestros crímenes-, antes de enviar a las cañoneras a despejar la ruta de criminales somalíes”.

Actualización de Mohamed Abshir Waldo (de “WardheerNews”)

Las crisis de piratería múltiple en Somalia no ha disminuido desde mi artículo anterior, “Las dos piraterías en Somalia: ¿Por qué una palabra ignora a la otra?”, publicado en diciembre de 2008. Continúa con nuevos bríos toda la piratería ilegal de pesca, la descarga de basura y el tráfico marítimo ilegal. Los pescadores somalíes, convertidos en piratas como reacción a la pesca furtiva masiva extranjera armada, han intensificado su guerra contra toda clase de naves en el golfo de Adén y el Océano Índico.

En una respuesta internacional, los gobiernos extranjeros, las organizaciones internacionales y los grandes medios de información se han unido en demonizar a Somalia y en describir a sus pescadores como hombres malvados que sorprenden a las naves y aterrorizan a los marineros (aunque no se ha dañado a ninguno). Esta presentación es torcida. Los grandes medios dijeron relativamente poco sobre las otras piraterías, la de la pesca ilegal y la descarga de basura.

Las marinas de guerra aliadas del mundo -con una flota superior a 40 buques de guerra, de ellos 10 asiáticos, árabes y de países africanos, así como de muchas naciones miembros de la OTAN y de la Unión Europea- intensificaron su cacería de pescadores-piratas somalíes, sin importar si realmente practican la piratería o a la pesca normal en las aguas so

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y OTRA NOTICIA/ARTICULO QUE TAMBIÉN VA EN OTRA LINEA QUE NO ES LA OFICIAL Y QUE FIRMA Joaquim Sempere, Profesor de Teoría Sociológica y Sociología Medioambiental de la Universidad de Barcelona:
http://www.kaosenlared.net/noticia/los-verdaderos-piratas

Los verdaderos piratas
El colonialismo no a muerto. Las flotas pesqueras de los países ricos esquilman un caladero tras otro
Joaquim Sempere | Público | 25-10-2009 a las 20:41 | 1376 lecturas | 7 comentarios
www.kaosenlared.net/noticia/los-verdaderos-piratas
En 1991 se hundió el orden político de Somalia, país que sucumbió a una guerra civil empeorada por la intervención estadounidense. El colapso político dejó la sociedad somalí sin defensas, situación que fue aprovechada por navíos procedentes de Europa, Estados Unidos, China y otros países para verter en sus aguas grandes cantidades de residuos tóxicos y radioactivos. El abuso se hizo visible cuando, en 2005, un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos residuos. Según el enviado de las Naciones Unidas en Somalia Ahmadou Ould-Abdallah, la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes.

Pero las desgracias no terminan ahí. Aprovechando el desgobierno, una multitud de barcos de pesca empezó a faenar en las aguas frente al país, incluidas sus aguas territoriales. En 2005 se calculó que pescaron allí unos 800 barcos de distintos países, muchos de ellos europeos y, más específicamente, españoles. Se estima que los ingresos generados durante un año por esta pesca extranjera ilegal ascendía a 450 millones de dólares. El resultado fue la rápida disminución de unas reservas pesqueras que eran el principal recurso para las comunidades de pescadores del país, catalogado como uno de los más pobres del mundo.

Un reportaje de Al Yazira informa de que grupos de somalíes trataron de constituir un cuerpo autodenominado “Guardacostas Voluntarios de Somalia”, reuniendo dinero con el que pagar a la empresa estadounidense Hart Security, que se dedica a entrenar y formar luchadores y mercenarios por todo el mundo –y que, años más tarde, ha actuado como mediadora para el cobro de rescates en aquellas mismas aguas: ¡negocio redondo!–. Al parecer, hubo intentos de esos guardacostas voluntarios de negociar con los buques de pesca extranjeros para que dejaran de faenar o pagaran un impuesto para seguir haciéndolo, intentos que resultaron fallidos. El desenlace final fue lo que hoy se califica como piratería somalí. En un país plagado de armas, desgarrado por bandas rivales y sometido a una situación económica desesperada, un desenlace así no debería sorprender. A la vista de lo anterior es legítimo preguntarse: ¿quiénes son, en esta historia, los verdaderos piratas?

Hay en España quien propone que los atuneros españoles (que son sobre todo vascos) lleven militares a bordo para disuadir a los piratas. En el Parlamento vasco, los votos del PP y el PNV han hecho posible el pasado 8 de octubre aprobar una moción en esta línea. El Congreso ya lo había descartado meses antes arguyendo que la legislación española no lo permite. Francia sí lo permite, y hace tiempo que en el Índico los barcos de pesca franceses llevan militares a bordo. Pero esta diferencia es de detalle: ambos países lograron que el 10 de diciembre de 2008 los ministros de Defensa de la Unión Europea aprobaran la llamada Operación Atalanta contra la piratería somalí, y que se diera luz verde al envío de entre 6 y 10 buques de guerra para “garantizar la seguridad” en el golfo de Adén con el mandato de vigilar las costas de Somalia, “incluidas sus aguas territoriales”.

Estos hechos muestran que el colonialismo no sólo no ha muerto, sino que está tomando nuevos bríos. Y un nuevo aspecto marcado por la crisis de recursos naturales, en este caso la pesca. Las flotas pesqueras de los países ricos, compuestas por buques con capacidad para moverse por todos los mares del mundo, esquilman un caladero tras otro: son las principales culpables de la sobrepesca que desde hace años viene destruyendo la capacidad de regeneración de las especies marinas y preparando un colapso de las capturas a escala mundial. Las primeras perjudicadas son las poblaciones de los países pobres que dependen de la pesca local: ellas carecen de flotas potentes para pescar lejos de sus costas. El caso somalí es uno de los más sangrantes por las circunstancias políticas internas, pero no es el único.

España está recuperando sus blasones imperiales contribuyendo a empobrecer a uno de los países más pobres del mundo. Al hacerlo no sólo comete una injusticia, sino que practica una política sin futuro también para sus habitantes. Porque cuando ya no haya caladeros por explotar en ningún rincón del mundo, ¿qué harán nuestros marineros y pescadores?
Es una indignidad aprovecharse de un país desangrado por una guerra civil y luego mandar a los soldados a defender una causa indefendible que no hace más que profundizar la tragedia de ese pueblo. Y si se quiere mirar desde otra óptica, ¿cuánto nos cuesta mantener la dotación de dos buques de guerra, un avión y 395 efectivos de la Marina española que tenemos destacados en la zona?

El caso tiene su moraleja. Un país desarrollado como España no debe, tras agotar sus propios recursos pesqueros, expandirse por los mares del mundo privando a otras poblaciones más pobres de sus medios de subsistencia, porque agrava la situación de esas poblaciones y las empuja a una resistencia que desemboca en aventuras violentas y salidas militares. La solución hay que buscarla en casa, adaptándose a unos ecosistemas dañados y gestionándolos mejor (por ejemplo, con la piscicultura como alternativa a la pesca), y adoptando medidas previsoras para que nadie se quede sin trabajo y sin fuente de ingresos. Es inquietante que se esté haciendo exactamente lo contrario: optar por la huida hacia delante y por un neoimperialismo ecológico reforzado militarmente que sólo puede redundar en un empeoramiento de la situación.

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Y UNA TERCERA OPINION, (NO OFICIAL), QUE PARA MUCHOS PODRÍA SER LA VERDADERA HISTORIA DE LOS PIRATAS SOMALIES:
http://www.kaosenlared.net/noticia/piratas-somalia-otra-pelicula-piratas
Piratas de Somalia, otra película de piratas.
Película de piratas atuneros y basureros mafiosos.
pacogarabato | ilustración pacogarabato Información Johann Hari | 15-10-2009 a las 12:14 | 828 lecturas | 2 comentarios
www.kaosenlared.net/noticia/piratas-somalia-otra-pelicula-piratas
La verdadera historia de los piratas de Somalia La prensa internacional está mintiendo sobre los llamados “piratas somalíes”. Tanto así, que ésta es una de las 67 noticias nominadas para la selección anual de 25 noticias no difundidas por los grandes medios, del Proyecto Censurado 2009/2010. La verdadera naturaleza de lo que está ocurriendo en el Cuerno de África comenzó recién a conocerse cuando un juez de Nueva York decidió enjuiciar a un menor capturado el 12 de abril por EE.UU. en la costa de Somalía.

Con su artículo “Le están mintiendo sobre los piratas”, el periodista británico Johann Hari* arrojó bastante luz –en el Huffington Post del 4 de enero de 2009– sobre la verdadera naturaleza de este conflicto, provocado por los barcos occidentales que ilegalmente descargan basura nuclear y capturan los productos del mar del empobrecido país africano con más de 3.000 km de costa.
Del artículo de Hari se desprende que los verdaderos piratas son más bien las corporaciones de grandes potencias que encontraron ganancias fáciles en las aguas desprotegidas del país africano. En rigor, los “piratas” son patriotas somalíes que defienden sus alimentos de origen marino de la depredación de estadounidenses y europeos que los acusan de “piratas”.
Los somalíes observan impotentes cómo sus mares se convierten en un gran vertedero nuclear que acumula miles de toneladas de residuos radiactivos abandonados por grandes cargueros. Somalia es un país que hace casi dos décadas carece de guardacostas, desde que las guerras civiles (inducidas por las potencias occidentales) hicieron colapsar su sistema de gobierno. La injerencia de los países desarrollados promovió guerras civiles en todo el Cuerno de África en búsqueda de minerales lucrativos, fingiendo exportar “la democracia” o un “afán civilizador”
La guerra contra los “piratas” del subdesarrollo y la miseria está convirtiéndose en un aparente sustituto de la “guerra al terrorismo”, doctrina ya agotada para los propósitos del complejo industrial militar. Los mal vestidos y peor armados “piratas” han llegado a ser un nuevo objetivo militar que saca de su aburrimiento a la Real Marina Inglesa y a las ociosas fuerzas navales de una veintena de naciones poderosas, desde Estados Unidos a China, empeñadas ahora en combatir a un puñado de hambrientos que viven en un atraso similar al de Haití.

¿VILLANOS O HÉROES?

Los piratas de antaño fueron estigmatizados por el poder, pero siempre gozaron de popularidad entre los pobres. Citando al historiador Marcus Rediker, Hari asegura que primero trabajaron como marineros en “infiernos flotantes de madera”, donde hacían sus tareas encogidos y recibían castigos corporales, siendo frecuentemente engañados en sus salarios después de meses y años de trabajo. Pero estos “villanos” estuvieron entre los primeros en rebelarse contra este mundo; se amotinaron contra capitanes tiránicos y crearon una manera diferente de “trabajar” en los mares, escribió Hari. “Una vez que se hacían de una nave, los piratas elegían a sus capitanes y tomaban todas sus decisiones colectivamente”, o sea, anduvieron cerca de lo que hoy llaman “democracia participativa”. Para Rediker, pusieron en práctica “uno de los planes más igualitarios para encontrar recursos en el siglo 18”, e incluso admitieron esclavos africanos escapados y vivieron con ellos como iguales.
La piratería de hoy en Somalía es una actividad desesperada de sobrevivencia mediante cobro de peaje e impuestos a los depredadores. “El gobierno de este país del Cuerno de África colapsó en 1991. Desde entonces sus 9 millones de habitantes han estado sumergidos en el hambre y muchas de las fuerzas más feas del mundo occidental han visto esto como una gran oportunidad para robar las fuentes de aprovisionamientos de alimentos del país y descargar nuestra basura nuclear en sus mares”, explicó Hari.

Tan pronto como se fue el gobierno, en la costa de Somalía comenzaron a aparecer misteriosos barcos europeos descargando enormes barriles en el océano. La población costera comenzó a enfermarse. Primero sufrieron erupciones extrañas, náuseas y aparecieron bebés malformados. Y después, el tsunami de 2005 hizo flotar cientos de barriles que las olas lavaron en las playas. La gente comenzó a sufrir enfermedades producidas por la radiación y murieron más de 300 personas.
Ahmedou Ould-Abdallah, el enviado de ONU a Somalía, le dijo a Johann Hari: “Alguien está descargando aquí material nuclear. También hay metales pesados, tales como cadmio y mercurio”. Mucho de este material se puede rastrear en hospitales y fábricas europeas, donde se lo entregan a la mafia italiana para desaparecerlo a bajo precio. Cuando Hari le preguntó a Ould-Abdallah qué hacían los gobiernos europeos sobre esto, le respondió con un suspiro: “Nada. No hubo limpieza, ninguna compensación ni prevención”.

DEPREDACIÓN ICTIOLÓGICA

Al mismo tiempo, otras naves euro/estadounidenses han estado saqueando la biodiversidad de sus mares, su alimentación. “Ya hemos destruido nuestros propios peces con la sobre explotación y ahora hemos ido a capturar los suyos”, dijo el periodista británico, añadiendo que el precio de un atún supera los 300 dólares. Los barcos rastreadores que pescan ilegalmente en los mares desprotegidos de Somalia se han robado cientos de millones de dólares anuales de atún, camarón, langosta y otras formas de vida marina. Los pescadores locales perdieron repentinamente el sustento y ahora padecen hambre. Mohammed Hussein, pescador de la ciudad de Marka, le dijo a Reuters: “Si no se hace nada, pronto no nos habrán dejado ningún pescado en nuestras aguas de costa”.
Hari explicó que en este contexto aparecieron los hombres a quienes se ha estado llamando “piratas”. Cada uno está de acuerdo en que antes fueron simples pescadores somalíes, hombres de pesca ordinarios, que ahora consiguieron lanchas rápidas para intentar disuadir a los descargadores de basura y a los barcos rastreadores o, por lo menos, aplicarles algún impuesto. Se llaman a sí mismos “Guardacostas Voluntarios de Somalia” y es duro entender por qué: uno de los líderes pirata, Sugule Ali, dijo que su motivo era “detener la pesca ilegal y la descarga en nuestras aguas… No nos consideramos bandidos del mar. Consideramos bandidos del mar a quienes pescan ilegalmente y descargan en nuestros mares, botan basura en nuestras aguas y portan armas en nuestros mares”.
Pero los ‘piratas’ reciben el apoyo aplastante de la población local por una razón. El sitio somalí independiente de noticias WardherNews condujo la mejor investigación disponible sobre qué están pensando los somalíes comunes y corrientes y encontró que el 70% apoya fuertemente la piratería como forma de defensa nacional de las aguas territoriales del país”.

por Johann Hari, periodista británico del diario The Independent ha realizado coberturas en Irak, Israel/Palestina, Congo, República Centroafricana, Venezuela, Perú y EEUU, y sus investigaciones han aparecido en publicaciones por todo el mundo.

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Ayer se ve que no era la hora de la justicia, da la impresión que la hora de la justicia es cuando a algunos les viene bien...después de la siesta.

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Es la hora de las tortas, de la vega, ¡es la hora de las tortas!

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Pues es de justicia que este Gobierna dimita.
Pagar el rescate con dinero público a unos secuestradores es la mayor bajeza realizada en España en los últimos años.

Ni la retirada de Irak fue tan humillante