Hace 15 años | Por --42707-- a anaitgames.com
Publicado hace 15 años por --42707-- a anaitgames.com

Parece que estamos condenados a vivir atrapados entre la espada y la pared, entre el entretenimiento interactivo y la narración de historias, teniendo que escoger entre lo uno o lo otro, llegando a la conclusión lógica y cruel de, ¿para qué narrar historias mediante un videojuego si existen medios mucho mejores para hacer eso? ¿No?

Comentarios

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Hay opiniones para todo:

http://www.anaitgames.com/molyneux-la-historia-mas-grande-jamas-contada-estara-en-un-juego/

Aunque el gran Molyneux suela ser un poco fantasma, coincido plenamente con el.

.hF

cuanta más narrativa contiene un videojuego, menos videojuego es

Monkey Island

D

"Visto así, parece un juego de suma cero: cuanta más narrativa contiene un videojuego, menos videojuego es, y en más libro o película se transforma. Ese dilema ya lo puso de manifiesto el famoso crítico cinematográfico Roger Ebert. Sostenía que los videojuegos difícilmente llegarían a alcanzar el nivel artístico del cine o la literatura por un simple motivo: los videojuegos giran en torno a la toma de decisiones por parte del jugador, lo que anula la razón de ser de la narrativa, esto es, el control del autor/narrador."

Vale, entonces pongamos películas como Blade Runner, 2001 y muchas otras películas, catalogadas como obras de arte, como algo carente de nivel artístico, pues la comprensión de la historia y los pormenores cambian con cada persona, y el hecho de que alguien te exponga la versión implica que puedas tomar la decisión de que su versión tenga razón.

D

Excelente artículo. Genial además el debate en los comentarios contraponiendo éste a otro publicado en Meristation bajo el título "Mis labios están sellados".

D

Al habla el autor: leeros la segunda página del artículo! El artículo no acaba en "¿no?", sino que continúa en la siguiente página (hacer click en "leer más", pero recordad que el botón no aparece si se lee por feeds): en la segunda parte me rebato a mi mismo, demostrando por qué Ebert se equivoca