Durante el nacimiento de su primer hijo, Katie tenía el hábito de extraer cada dos horas leche de su propio cuerpo para que ésta no se desperdiciara. Esta parafílica práctica continuó con sus dos siguientes retoños y lo que empezó como un reflejo instintivo de satisfacción natural y maternidad se acabó convirtiendo en una importante reserva de leche materna. Trató de donar el exceso a un banco de leche pero debido a un tratamiento con antibióticos fue rechazado. Por ello, se le ocurrió la idea de alimentar a su marido únicamente con esa leche.
Comentarios
Yo apruebo este meneo.
Cada uno tiene sus gustos, yo ese tipo de leche prefiero tomarlo directamente del envase.
Y no, no me refiero al tarro.
Me recuerda a un capítulo de Malcolm in the middle, en el que Reeze, cuando descubre que las madres dan de mamar a los hijos exclama: Entonces...¡las mujeres son las vacas de la gente!
Pues deberían tener en cuenta que la leche materna no aporta hierro.
Pues el blog original ya no existe
Yo también intenté donar los restos (que no fueron tantos como los de esta Sra.) para los prematuros pero en el hospital no me lo aceptaron. Resultaba muy caro analizar y guardar la leche. Me dijeron que la tirase o que la utilizase como "aceite de bano" o para limpiarnos la nariz si estábamos resfriados y que no se nos resecase la misma. Más tarde me enteré que en ciertos hospitales de la antigua DDR si que la recogían.
ñam ñam