El nuevo gobierno francés presidido por Valéry Giscard D’Estaing pensó que el Aerotrén no era económicamente viable, no sería una solución para el transporte suburbano y, ante todo, que era “demasiado moderno”. El ejecutivo se desmarcó del Aerotrén alegando hipócritamente que “se había sacrificado a la política de austeridad”. Lo que ocurrió fue que la mujer de Giscard D’Estaing era nieta del más importante metalúrgico francés, Eugène Schneider. Y casualmente el imperio Schneider era el que construiría los puentes de la catenaria... del TGV
Comentarios
¡¡¡Monorraiiiil!!!
Muy interesante. Meneo pues.
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esperandoaltren.blogspot.comMuy interesante la historia, gracias.
Me entran ganas de montar en el