Las investigaciones han demostrado que las personas que tienen un sentido de la vida más fuerte suelen estar física y mentalmente más sanas. Pero el término ha adquirido tanto peso que para muchos encontrar un propósito se ha convertido en una fuente de angustia. La autora Elizabeth Gilbert, por ejemplo, más conocida por sus memorias 'Comer, rezar, amar, ha hablado con frecuencia de una obsesión malsana por una "vida con propósito". Es, dijo en una entrevista, "la fórmula con la que nos han alimentado a todos".