"Los espejos representan el elemento agua, por lo tanto, aportan fluidez, sinuosidad, profundidad y calma. Además, duplican energéticamente lo que reflejan. Si colocas un espejo frente a algo bonito, como una estancia cuidada al detalle o una vista al jardín, estás multiplicando esa energía positiva. Pero ojo, su poder es tan grande que también puede amplificar el desorden, el estrés o, incluso, los conflictos si lo pones en el lugar equivocado", apunta la experta.