Lo explica muy bien José Antonio Vera, en La Razón. Y también Carlos Aurelio Caldito, en Hispanidad: las olas de calor siempre se llamaron verano, porque en el verano viene el calor, ahora calificado de forma tormentosa y amenazante, como olas de calor. Oiga, que no es para tanto. El progresismo ha llegado a tal grado de imbecilidad que ha caído en el masoquismo: se tortura a sí mismo con loco empeño. Las televisiones nos repiten, una y otra vez, a gente que gime que esto no es soportable. Sí, lo es y lo ha sido desde que el mundo es mundo.