Almudena Cid dibujó un corazón imaginario sobre el tapiz de los Juegos Olímpicos de Pekin. Lo besó, recogió su cinta y agradeció al público su apoyo. Era el 23 de agosto y ese gesto suponía el punto y final a más de dos décadas de una trayectoria deportiva irrepetible hasta el punto de que a día de hoy sigue siendo la única gimnasta en haber participado en cuatro finales olímpicas (Atlanta 1996, Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008).
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