Artículo de Diego Manrique sobre los excesos de los músicos, pero con una sorpresa final: "El artista cambió de pandilla: sus anteriores colegas le parecían aburridos y conservadores. Desarrolló una fascinación por las estrellas del porno, que se sintieron honradas ante sus llamadas. Pronto fueron habituales de sus fiestas y, sin muchos esfuerzos, de su cama. El hombre dominaba la mecánica de las orgías: bebidas sofisticadas, la mejor boliviana, música sugerente; caían las ropas y las inhibiciones."
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