Nos educan bajo la premisa de que la ira es mala, y por eso tendemos a reprimirla. Pero no desaparece, se transforma. Si aprendemos a nombrar lo que nos pasa (ira) y analizamos por qué un obstáculo determinado nos genera esta emoción, seremos capaces de canalizar la carga negativa que nos aporta de una forma constructiva. Las alternativas son numerosas: respirar, hacer deporte, cantar, crear, escribir…eso sí, es fundamental expulsar la parte tensional de la emoción sin herir a nadie.
|
etiquetas: contaminación emocional , medioambiental