Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina Johns Hopkins (EE UU) ha descubierto que más de 300 proteínas, cuya función era bien conocida, también tienen “un segundo empleo” participando en la regulación de la trascripción del ADN. El estudio se publica esta semana en la revista Cell. Entre las proteínas analizadas en el estudio se encuentra ERK2 (también denominada MAPK1), una proteína quinasa que actúa en multitud de procesos relacionados con el desarrollo celular.
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