El sistema de etiquetas medioambientales de la DGT, implantado en 2016, lleva años en el punto de mira por no reflejar ni por asomo la realidad de emisiones de los coche. Nunca lo ha hecho, pero ahora Pere Navarro asegura que el cambio será inevitable y llegará de golpe. Esto supondría una auténtica revolución: dos coches con la misma tecnología y antigüedad podrían tener etiquetas distintas en función de cuánto contaminen de verdad, algo que alinearía la clasificación con el objetivo original de mejorar la calidad del aire en las ciudades.
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