El premio Nobel de Física Wolfgang Pauli, padre de la mecánica cuántica, tenía fama de ser cenizo y de que allá donde fuera algo se rompía: tubos, espectómetros, relojes... Alguna vez llegaron a prohibirle entrar en un observatorio astronómico. Él se reía y una vez declaró: "A lo mejor la realidad no es tan sólida como creemos". Pero lo decía en serio, después de haber mantenido correspondencia con Carl Gustav Jung.
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