¿Se imaginan que de pronto su hija aparece en casa con una nota del director de su instituto pidiendo autorización para que en clase de matemáticas le expliquen, o no, la derivación y la integración? En la Comunidad de Madrid, la de la suma de todos, los billetes más baratos de metro del mundo, y en la que se plantea el gobierno regional crear una isla de legalidad dudosa para instalar un macrocasino, los padres tienen que autorizar a sus hijos a recibir clases sobre educación sexual.  
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