Cuando volví a Seattle desde mi último viaje, me pasó algo en el aeropuerto de Chicago que me hizo reflexionar: estaba esperando mi turno de embarque cuando a mi lado se sentó un matrimonio con dos hijos pequeños. Uno de ellos tendría unos 5 años y el otro era poco más que un bebé. Por su aspecto se me antojaron de procedencia indoeuropea, quizás de alguna república del medio oriente.
Comentarios
gran entrada, mucha razón en lo que dice.