Hace 10 años | Por --277512-- a politica.elpais.com
Publicado hace 10 años por --277512-- a politica.elpais.com

Los fiscales del Tribunal Constitucional no han consentido que el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, les imponga los criterios con los que han de repartirse su trabajo. Una cosa es la superioridad jerárquica y otra arrogarse competencias que ni siquiera son unipersonales.

Comentarios

pitercio

Españoles! Franco ha vuelto. Si es que se llegó a ir. Estamos rodeados, no hay más escapatoria que ir de frente.

Enhorabuena a los fiscales con dignidad y profesionalidad.

D

Primero te asesinan. Luego, tus asesinos en vez de dar tus restos a tu familia, te entierran junto al dictador responsable del genocidio. Por último, décadas después le dicen a tus familiares que no reabran heridas y dejen a los muertos en paz. Que si no, montan otra guerra civil y va a ser peor.

"La inconstitucionalidad de la ley del aborto va muy despacio y, en cambio, la inadmisión a trámite de un recurso que solo pretende la devolución a sus familiares de restos humanos que fueron robados de sus lugares, de personas que fueron fusiladas por tener un pensamiento contrario al pensamiento del hoy Fiscal de Estado y que siguen secuestradas junto con su verdugo, no genera la más mínima duda para el sector más reaccionario de este país”, concluye."

D

La respuesta de Torres-Dulce fue inmediata y tajante al exigir a Miranda que retirara el recurso que hubiera permitido, de ser aceptado, que el Constitucional sentara jurisprudencia sobre las desapariciones de represaliados durante y tras la Guerra Civil y que debatiera sobre las consecuencias de la Ley de Amnistía de 1977 y la memoria histórica.

El enfado de Torres-Dulce fue tal que, además, en el mismo oficio, ordenó que, a partir de ese momento, todos los casos que entraran en el Constitucional y que tuvieran que ver con el franquismo o la memoria histórica fueran supervisados por una persona de su confianza, el teniente fiscal, Anselmo Sánchez Tembleque. Y con la orden llegó la revuelta.