El nuevo "ministro presidente" de la banca, Ernesto Guevara, lo había citado, le dijo que no había espacio para el capitalismo en la nueva sociedad; le invitó a pasarse a su lado, le propuso asumir el mando de lo que ya era su reino: le pidió que dirigiera la industria azucarera de Cuba. A cambio, Lobo podría quedarse con la mansión donde vivía y con el usufructo de una de sus centrales azucareras, su preferida.
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