Fue apenas dos meses antes de la erupción del Vesubio, el volcán que enterró a Pompeya en lava y ceniza. El 29 de junio del 79 d. C., otra explosión sacudió Roma: la de los intestinos de su controvertido mandamás. Cuentan las crónicas que fue en aquella jornada cuando Tito Flavio Vespasiano, aquejado de unas fuertes fiebres, murió por culpa de un «flujo de vientre» mientras veraneaba por la bella Italia.
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