Investigadores alertan de que este metal tóxico, procedente de la munición utilizada en la caza, contamina la carne incluso después de retirar las zonas más afectadas por los disparos. Pese a los riesgos demostrados, Europa aún no regula los niveles máximos permitidos en estos productos, a diferencia de lo que ocurre con otras carnes como la vacuna o la avícola. Los estudios revelan que más del 50% de las muestras analizadas en Europa superan hasta 25 veces los límites de plomo permitidos en otras carnes.
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