La izquierda, ya no se cuestiona la estructura económica de las sociedades ni el reparto de la riqueza. Las luchas han sido desplazadas hacia otros terrenos, como la identidad de género, el feminismo radical, la migración descontrolada y el cambio climático. La preocupación por la pobreza y la explotación laboral han pasado a un segundo plano. La estrategia es clara: si la sociedad está dividida en géneros, etnias, sexualidades y demás microcategorías, nunca podrá organizarse contra quienes verdaderamente concentran el poder. Esta es la clave
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