El libre mercado, para sobrevivir, requiere un crecimiento continuo. Cuando el crecimiento se detiene, el sistema entra en crisis. Y las soluciones tradicionales -innovación tecnológica, explotación de la fuerza de trabajo, expansión de los mercados- ya no son suficientes. Desde esta perspectiva, argumenta Zhok, la guerra se convierte en el último recurso, ofreciendo al sistema económico un mecanismo de destrucción, reconstrucción y control social.
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