-Lo siento, pero es imposible mantener los árboles, no hay presupuesto- espetó el técnico de Jardines.
Los vecinos ya se temían esa postura del Ayuntamiento, estaba canino y se resistía a gastar ni un euro en "cosas inútiles". Pero, muy al contrario, eran imprescindibles.
-Más lo siento yo: esa respuesta es inaceptable. Los árboles del barrio están casi todos muertos por su negligencia, y su sombra es más que necesaria- dijo el portavoz vecinal.
-Bueno, bueno, lo primero es mirar cómo están los que quedan. Vamos…
Salieron del local comunitario, en Julio, a mediodía, sol de justicia, hacia el primer árbol todavía en pie. El técnico, sudando la gota gorda, se sitúa bajo su sombra.
-No, hombre, venga al sol, con nosotros: no hay árboles, va cargado con compra y no hay resguardo…
A la semana siguiente iniciaron las labores de replantado y protección de los árboles de la calle.