Por 2 años Tseneat llevó la violación dentro. La agonía nunca se desvaneció. La atacó desde dentro. Restos del ataque quedaron en su vientre, no como recuerdo o metáfora, sino como objetos físicos: 8 tornillos oxidados, 1 cortaúñas de acero, y 1 nota a bolígrafo y envuelta en plástico: "Hijos de Eritrea, somos valientes. Nos hemos comprometido a ello y seguiremos haciéndolo. Haremos infértiles a las mujeres tigrayanas". Decenas de miles de mujeres de Tigray denuncian brutales abusos por soldados de Etiopía y Eritrea. La justicia parece lejana.
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