En el imaginario colectivo existe el que coge el coche hasta para cagar. Pero nadie en su sano juicio se mete en el barullo de una gran ciudad por gusto. Comerte atascos, arriesgarte a que te den un porrazo por un ansias que no mira. La gasolina y el mantenimiento.
Tuvieron una oportunidad con el teletrabajo. En cuanto que protestaron los hosteleros que hacen buena parte de su facturación con el menú recalentado, y también (sobre todo éstos) los dueños de las oficinas viendo cómo se quedan sin alquilarlas, o con la hipoteca colgada, ya se ha visto cuáles eran las "prioridades".
En el imaginario colectivo existe el que coge el coche hasta para cagar. Pero nadie en su sano juicio se mete en el barullo de una gran ciudad por gusto. Comerte atascos, arriesgarte a que te den un porrazo por un ansias que no mira. La gasolina y el mantenimiento.
Tuvieron una oportunidad con el teletrabajo. En cuanto que protestaron los hosteleros que hacen buena parte de su facturación con el menú recalentado, y también (sobre todo éstos) los dueños de las oficinas viendo cómo se quedan sin alquilarlas, o con la hipoteca colgada, ya se ha visto cuáles eran las "prioridades".
Ojalá que sea así.