Una vez más, el estado policial estadounidense opta por proteger a los depredadores, no a las víctimas. Jeffrey Epstein -el multimillonario de los fondos de cobertura, pedófilo serial convicto y traficante sexual- puede que esté muerto, pero la maquinaria que lo empoderó y lo protegió sigue muy vigente. El caso Epstein nunca se trató solo de Epstein, sino de todo el sistema de poder que protege a la clase dominante, silencia a las víctimas y elimina la rendición de cuentas.