El vídeo viral de las dos corredoras adineradas en "barrios chungos" no es una broma inocente, es un ejercicio de clasismo puro disfrazado de aventura urbana. Su "reto" reduce la vida cotidiana de un barrio humilde a un espectáculo de safari social para entretenimiento de privilegiadas. La pobreza no es un parque temático y mucho menos un decorado para sumar visitas en TikTok. Lo que venden como experiencia extrema no es más que una burla hacia quienes habitan esos barrios, perpetuando el estigma de "zonas peligrosas".