Según la doctrina, cuando el sacerdote consagra la hostia y el vino, aquella se convierte literalmente en el cuerpo de Cristo y este en su sangre. No metafóricamente, no simbólicamente, no: de forma literal. Una operación ontológica de primer orden, un cambio radical de sustancia. Pero entras en una iglesia y lo que ves es un hombre en casulla con gesto cansado, unos monaguillos distraídos y un puñado de fieles pensando en la lista compra. Visible en modo lector
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Ni ellos creen realmente lo que profesan.
Más o menos lo mismo les decía a mis hijas cuando íbamos al super y había conejos en la carnicería. "Mira un cadáver de conejo". La gente me miraba mal.
subterraneosmx.wordpress.com/2010/03/02/carnaval-y-bacanal/
Es que me esperaba algo, por lo menos, mínimamente elaborado. Algún pensamiento o algún punto de vista diferencial. No sé, algo.
Aunque el diablo es endiabladamente listo y te dirá que cristo no es un ser humano ordinario. Yo también sé pronunciar unas palabras que hacen que la soja con chocolate del Mercadona se convierta en la sangre del sagradísimo Monstruo de Espaguetis Volador.