Esta salomónica separación sería por el bien de todos: los racionalistas dejaríamos de perder nuestro tiempo y ahorraríamos el dinero de nuestros impuestos en intentar convencer y en demasiadas ocasiones, salvar la vida (contra su voluntad por cierto) de estos descerebrados que no quieren enfrentase a la realidad. Ellos por otra parte, serían felices en su ignorancia (eso sí, el poco tiempo que les concediera la pandemia de turno) en sus mundos de princesas Disneys y unicornios rosas, esos infantiles universos en donde la magia potagia reina(.)
Comentarios
Y ghettos y brazaletes.
Bueno si, es verdad que no vale la pena mover un dedo por quien desea ahogarse, mas sólo como divertimento y sin sofocarse pues el resultado es idéntico.
Ya tenemos el comentario antivacunas, que además da el salto directo a Hitler.