Las fuertes patadas, a veces de más de cuatro kilogramos de fuerza, que los fetos humanos dan en el útero de su madre es un extraordinario ejercicio que les ayuda a desarrollar sus músculos y sus huesos. El doctor Niamh Nowlan analizó las patadas de los fetos con resonancias magnéticas. El equipo investigador encontró que la fuerza y la cantidad de las patadas aumentaron entre la semana 20 y la 30 de gestación, y después disminuyeron de manera paulatina. En español: https://goo.gl/yMPNWq Más: https://goo.gl/kHDvGr
No viene nucho al caso, pero me acorde de este fragmento...
"Una noche, cuando lo tenía en el vientre, lo oyó llorar. Fue un lamento tan definido, que José Arcadio Buendía despertó a su lado y se alegró con la idea de que el niño iba a ser ventrílocuo. Otras personas pronosticaron que sería adivino. Ella, en cambio, se estremeció con la certidumbre de que aquel bramido profundo era un primer indicio de la temible cola de cerdo, y rogó a Dios que le dejara morir en el vientre. Pero la lucidez de la decrepitud le permitió ver, y así lo repitió muchas veces, que el llanto de los niños en el vientre de la madre no es un anuncio de ventriloquía ni de facultad adivinatoria, sino una señal inequívoca de incapacidad para el amor."
Comentarios
estamos blanqueando el maltrato.
#1 Y cada vez a una edad más temprana.
Una dulce sensación que nunca se olvida,jolín como pasa el tiempo...
No viene nucho al caso, pero me acorde de este fragmento...
"Una noche, cuando lo tenía en el vientre, lo oyó llorar. Fue un lamento tan definido, que José Arcadio Buendía despertó a su lado y se alegró con la idea de que el niño iba a ser ventrílocuo. Otras personas pronosticaron que sería adivino. Ella, en cambio, se estremeció con la certidumbre de que aquel bramido profundo era un primer indicio de la temible cola de cerdo, y rogó a Dios que le dejara morir en el vientre. Pero la lucidez de la decrepitud le permitió ver, y así lo repitió muchas veces, que el llanto de los niños en el vientre de la madre no es un anuncio de ventriloquía ni de facultad adivinatoria, sino una señal inequívoca de incapacidad para el amor."
Un afectuoso saludo a la concordancia en número entre sujeto y predicado.
tendremos que contratarle un sensei para que mida su fuerza