Publicado hace 4 años por felipet a lacomunapresxsdelfranquismo.org

Ser obrero o estudiante con ideas propias en los últimos años de la dictadura franquista tenía un coste. Apoyar unos panfletos, participar en una huelga ilegal, formar parte de un partido, grupo autónomo o de un sindicato clandestino, o simplemente ser amigo o familiar de algún enemigo del Régimen, podía ser motivo suficiente para acabar en la comisaría en manos de la temible Brigada Político Social, la policía política del caudillo, una especie de Gestapo a la española.

Comentarios

f

En Asturias el autor intelectual de las torturas a los detenidos era el famoso comisario Claudio Ramos Tejedor. Pero él, hombre inteligente, no se manchaba las manos, para eso tenía a sus “cachorros” bien dirigidos por uno de los agentes “más bestias” del Régimen, en palabras de Gerardo Iglesias que lo sufrió en su propia carne: Pascual Honrado de las Fuente.
Pero nombres y motes de personajes ávidos de pegar palizas a aquellos que coquetearan con el antifranquismo había uno en cada pueblo. Y especialmente en Asturias, donde Franco se cebó en la represión, estaban algunos de los más crueles. Muchos de ellos ya venían de los años más duros de la década de los cuarenta, y siguieron torturando hasta su jubilación o impartiendo sus enseñanzas a los más jóvenes.
En 1975 se registró un llamativo aumento de las torturas, recuerda Antonio Masip

D

No sé si será el mismo pero mi madre me hablaba de un tal cabo Blanco de la Guardia Civil que estaba destinado en Pajares y que era un hijoputa de cuidado