[c&p] Pues bien, ocurre que cuando llevas un tiempo viviendo en este mundo de gominola, tus sentidos comienzan a espesarse, una sensación empalagosa inunda tu estómago y es entonces cuando se hace necesario un poco de desahogo terapéutico para quitarse de encima esa dulzona sensación. Algo así como una purga socialmente discutible, que aunque no suelen prescribirla los médicos, deberían de hacerlo. En esta ocasión me decantaré por un tipo de terapia literaria y pediré ayuda al maestro de lo políticamente incorrecto: Don Francisco de Quevedo
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Una vez que estemos en posición y hayamos inspirado aire podemos empezar…..
Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.
Puto es el gusto, y puta la alegría
que el rato putaril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.
Mas llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare;
y como puto muera yo quemado
si de otras tales putas me pagare,
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.
Aaaahh. Fantástico. Que sonoridad, que contundencia la de la puta palabra que va marcando el ritmo del puto soneto y consigue que suene como una puta melodía.
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Y pensar la cara de disgusto y congoja que me puso mi profesora de Lengua cuando después de unas Navidades, preguntando la lectura que en esos momentos llevabamos, le solté todo orgullosa mi joyita que acababa de adquirir: "Migajas sentenciosas" de Quevedo.
Vale que a lo mejor no era una obra muy adecuada para una cría de 14 años, pero menos mal que no le dije que llevaba 3 años detrás de él.
Me encanta Quevedo, como pasa de la fina ironía a la bofetada más bruta de realidad.
El desahogo siempre es terapéutico.