
Hoy se han publicado en el blog de Menéame las cuentas del ejercicio pasado y, lo que es más importante, el proyecto de cuentas-necesidades económicas para los meses que vendrán blog.meneame.net/2025/02/24/transparencia-suscripciones-y-numeros-en-g Como podéis leer, se nos dice que precisan 6000 euros mensuales para no tener pérdidas y 9000 euros mensuales para que los dueños se lleven 1500 euros de beneficios mensuales (mas Benjami que se llevaría otros 500 euros de sueldo fijo), y así no vendan la web a alguna empresa mediática potente que quiera comprarla.
Las cuentas del ejercicio pasado me importan poco pues, lo pasado, pasado está. Sí me interesan mucho los gastos plasmados en el proyecto de cuentas-necesidades económicas para el futuro. Veámoslos:
Cantidades imputadas a necesidades básicas de la web (6000 euros en total) y ordenadas de menor a mayor:
Gestoría 400 €
Amortizaciones 500 €
Redes sociales y contenidos 500 €
Gestión de publicidad programática 500 €
Atención técnica informática (promedio) 500 €
Servicios de hosting 1.000 €
Otros gastos corrientes 1.000 €
Moderación 1.600 €
Total 6.000 €
Vemos que 500 euros es la cifra mágica, que se repite en la gran mayoría de partidas. De hecho, los nuevos admins a sueldo de la empresa son 3, y si dividimos los 1600 de su partida entre 3, nos dan 533 euros. Le pregunté a imparsifal si estos números eran aproximados o exactos, dado que son redondos, y me respondió que, salvo donde lo especifica, son exactos. Aquí tenéis el hilo www.meneame.net/story/transparencia-suscripciones-numeros-general/c019
Pues bien, apelo al mejor criterio de cualquier empresario-economista-informático-técnico en marketing que haya en la sala para que me diga si estoy loco por considerar inconcebible que se gaste lo mismo (500 euros) en redes sociales y contenidos, gestión de publicidad programática...y atención técnica informática. Menéame tiene un twitter automatizado que sube los envíos que llegan a portada, y no le conozco otra red social ¿Tiene sentido gastarse 500 euros en eso y 500 euros en un trabajo tan especializado, complejo e imprescindible como el del técnico informático, cuya triste ausencia nos ha llevado al caos de bugs de los últimos meses? Otro tanto puedo decir de los 500 euros de gestión de publicidad programática.
Imparsifal también me comentó que todas estas partidas corresponden a los servicios de 6 autónomos, de los cuales 2 ya trabajaban para Menéame antes de que él llegaban y otros 2 trabajan para Jotdown (del que imparsifal es CEO), siendo uno de esos autónomos, además, socio cuentapartícipe (entiendo que de Jotdown). Respecto a los 500 euros de amortizaciones, imparsifal me dijo en el hilo que os cité arriba que se destinan a pagar ordenadores y software ya adquirido por Menéame.
En consecuencia, si es cierto que se dedican 500 euros a cada una de estas partidas, creo que sería razonable minorar o suprimir alguna para reinvertir en el técnico informático de cuya pericia depende, literalmente, el futuro de la web, pues cada caída, bug o desajuste que perjudica la usabilidad de Menéame, provoca una pérdida de usuarios que será mayor cuanto más se reproduzcan y más extensa sea su duración.
Otro dato que me ha dejado de piedra son los 400 euros de gestoría. A mí, en mis 12 años de autónomo, el gestor (muy bueno por cierto) me cobraba 40 euros. Pero es que, a las SL tipo PYME con escaso número de trabajadores que tenía como clientes, les cobraba 120 euros. Y Menéame ni siquiera tiene trabajadores. El gasto parece, a todas luces, desorbitado.
Pasemos ahora a los gastos que se imputarían al resultado óptimo (otros 3000 euros para que los dueños no vendan Menéame a los desalmados halcones mediáticos):
Consultoría CEO (imparsifal)1.000 €
Consultoría CAP (Benjamí) 500 €
Beneficios socios (Lo que rentaría la inversión en un fondo al 5%) 1.500 €
Aquí entiendo que Benjami se llevaría 500 por trabajo y lo que le toque de los 1500 para los socios, e Imparsifal 1000 mas "operaciones especiales" que facturaría aparte como me dijo en el hilo de arriba.
Con esto concluyo mis humildes opiniones y observaciones. Pero en esta web hay auténticos expertos, desde economistas a informáticos, pasando por empresarios y gente del mundo del marketing, que seguro podrán comentar los datos y aconsejar a los dueños de un modo mucho más agudo y certero que yo. Es vuestro turno.
Hace tan solo un par de semanas, Santiago Abascal amenazó al programa "Malas Lenguas" de RTVE tras una pregunta de la reportera Esther Yáñez. twitter.com/MalasLenguasLa2/status/1938606451703919002
Hoy, esa misma periodista está siendo acosada por la extrema derecha mientras intenta informar desde Torre Pacheco:
twitter.com/riojaberon/status/1945184929232359913
twitter.com/remerikos/status/1945184409612652632
twitter.com/_Juan__A/status/1945193620455190821
twitter.com/SER_Murcia/status/1945185056785371278
Le lanzan agua, la rodean, la hostigan y la obligan a alejarse mientras la persiguen al grito de "zorra", "cerda", "asquerosa", "fuera de aquí"... a coro con "Pedro Sánchez, hijo de puta".
Policía Nacional y Guardia Civil escoltaban a Vito Quiles:
twitter.com/La_SER/status/1945189048437350730
Así, con todo.
Unos señalan.
Otros hacen su parte.
En la pantalla del radar aparecía un punto sospechoso. Podía ser una nave enemiga.
La amenaza permanecía a una distancia constante. Si nos alejábamos, avanzaba hacia nosotros. Si nos acercábamos, huía a una velocidad equivalente a la nuestra.
Quien quiera que pilotase aquella nave, parecía dispuesto a hacernos perder los nervios. Eran ya tres semanas de tira y afloja, y nuestras reservas de combustible comenzaban a agotarse.
Informamos a Tierra y dijeron que era prioritario identificar aquel objeto desconocido. Si coordinaba sus movimientos con los nuestros, seguramente era una nave, y seguramente no tenía buenas intenciones. Jugándonos la vida, aceleramos al máximo tratando de sorprenderlos, pero huyeron.
Con muchas dificultades, y casi deshidratados, logramos regresar a Tierra.
Sólo entonces supimos que el punto era un puñetero pixel dañado en la pantalla del radar.
Pero ciertamente era un punto muy peligroso. Por poco nos mata.
Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.
A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba sopesando, calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja eran la lencería que llevaba esa chica. Pero todas tienen sangre roja.
Esperó a que la lluvia dejara de caer con esa furiosa intensidad que a veces la naturaleza declara con firma y rúbrica. Mientras veía caer la cortina de agua en la ventana de la cocina, vio que el plan de comida de hoy era arroz hervido, huevos fritos y pisto, todo mezclado a modo de plato combinado. En alguna parte de su cerebro seguía pensando que el crimen perfecto de anoche, podría tener algún detalle incriminatorio. Se había llevado la tarjeta sim del móvil y la había tirado en un contenedor al azar, pero esos aparatos modernos a los que no se les podía quitar la batería igual le complicaban el asunto, incluso estando apagados. Y luego estaba esa lluvia intensa e inesperada. Tomó nota de mirar esos detalles, porque se enteró después de que llevaban tres días anunciando alerta naranja por tormentas y lluvias. Juan pasó en su momento de encajar esa pieza en el puzle. ¿Error? Con una media sonrisa en la cara, pensó que quizás fuera un acierto.
Juan tenía muy claro que esto no era un juego de poder, de víctimas y entes poderosos, como vendían muchos libros sobre asesinos en serie. Oh, el poder sobre sus víctimas. Menuda estupidez, esto iba de cazadores y cazados, de policías y ladrones, de leones y gacelas. Si no existieran los que le pretendían pillarle, nada de esto tendría sentido. Sería el despiece de un animal en una carnicería y además no te lo podrías comer. Absurdo. Y además sabía que muchos, muchísimos casos de desapariciones, o crímenes quedaban en el limbo de la justicia, en el limbo de todo lo que las películas quieren vender, donde siempre se pilla al culpable. Claro.
Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.
A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia mental de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja era la lencería que llevaba esa chica, pero todas tienen sangre roja.
menéame