Un hombre de 44 años en Rayong (Tailandia) se había divorciado recientemente. Fue renunciando a comer, rechazando la comida que le preparaba a diario su hijo, de 16 años, con quien convivía. Así, se alimentó exclusivamente de cerveza. Fue precisamente su hijo el que, al llegar del colegio a su casa, se encontró a su progenitor sufriendo un ataque epiléptico. Aunque avisaron a los servicios de emergencia, cuando llegaron ya sólo pudieron constatar el fallecimiento del hombre.