Parece que la obsesión de Musk por el trabajo va mucho más allá de su propia persona. El magnate exige a sus empleados que se esfuercen, como mínimo, tanto como él, sin tener en cuenta que ellos, igual, no están dispuestos a sacrificarlo todo por los negocios. Ni que sus exigencias personales, trasladadas a las relaciones de trabajo entre un empleador y sus trabajadores, pueden ser consideradas explotación laboral. Musk tampoco está teniendo en cuenta las nuevas corrientes de pensamiento en torno al trabajo que cada vez toman más fuerza.
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