A mediados del siglo XIX, los químicos ya tenían claro que existía un compuesto muy interesante llamado benceno, el cual se encontraba en el alquitrán de hulla y que tenía un comportamiento muy particular. Y, aunque su fórmula era, aparentemente, muy sencilla, C₆H₆, es decir, seis átomos de carbono y seis de hidrógeno, en verdad escondía un gran acertijo. Lo que sería un simple sueño para muchos, para August Kekulé fue la visión que cambiaría el rumbo de la química en el siglo XIX.
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Cuando me explican algo nuevo de ingeniería, si me interesa (por qué hay que usar tiempo y este es limitado), no paro hasta que "lo puedo ver".
Y no me ha pasado nunca que recuerde, pero puedo entender que se pueda soñar en ello.
Las asignaturas de la carrera de electrónica y electrotecnia me las saqué porque los ejercicios eran muy mecánicos, pero sin acabar de entender lo que pasa.