López Sánchez no es un coleccionista al uso. En su lista de objetos fetiche no figuran mecheros, ni llaveros, ni siquiera sellos o películas clásicas. En los bajos de su vivienda de Santibáñez el Alto surgen de repente las figuras emergentes de varios Rolls Royce. Uno detrás de otro, alineados perfectamente. Coches de época, con toda una historia detrás, algunos con más de un siglo a sus espaldas. La historia de Francisco está salpicada de anécdotas. Uno de ellos, recuerda, se lo encontró en un lugar insospechado: un pajar.
Comentarios
Lo mismo la aguja estaba en la guantera del Rolls... Otro mito que se cae.
#1, #2, eso pienso yo. Encontrar un rolls está tirado, lo difícil es lo de la aguja...
Y yo que me creía afortunado por haber encontrado un día una aguja!
Mas difícil es encontrar la formula secreta de coca-cola que esta escondida dentro de un cofre, dentro de una ballena, en una isla secreta, custodiado por un animal de dos cabezas.
Más raro habría sido encontrar una aguja.