Las últimas declaraciones de la Alta Comisionada Europea de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, exigen (o al menos deberían exigir) una seria reflexión sobre la calidad política y cultural de la Comisión von der Leyen y de sus altos funcionarios, que están llevando a Europa no sólo al desastre económico y a la irrelevancia estratégica, sino también al ridículo, al desprecio, al menosprecio y al escarnio público en la comunidad internacional.