Cuando uno piensa en sustancias ilícitas que se mueven en forma de ladrillo, el vino probablemente no sea lo primero que se le pase a uno por la cabeza. Durante la Prohibición, sin embargo, los bebedores esquivaban la ley disolviendo ladrillos de concentrado de uva en agua, y fermentándolos hasta que fueran vino. Por supuesto, los escrupulosos productores no querían que eso ocurriese, y advertían: "Tras disolver el ladrillo en un galón de agua, no deje el líquido en un recipiente en la alacena durante veinte días o se convertirá en vino."